NOSOTROS
En el nombre de Dios. El más Clemente. El eternamente Misericordioso.
Somos seres que navegamos en un planeta, la Tierra, que en su órbita alrededor de la energía de la luz solar, va moviéndose en armonía entre las estrellas. Un planeta, el nuestro, que se entregó a todas las criaturas que lo habitan, entre ellas a nosotros, la especie que debería solidarizarse y evolucionar hacia una conciencia que en principio fue animista y que se encargó de sacralizar no solo a los elementos, sino a los mares y océanos, ríos, valles, montañas, bosques, selvas y sabanas, desiertos, y a cada especie animal que comparte con nosotros este espacio maravilloso en el que moramos todos, pero, dejamos de lado esa creencia, de todo el conjunto ecológico del que se nos hizo entrega, y que, no solo lo hemos puesto en peligro y al borde de la extinción, sino que, debido a nuestro afán de poder y al abandono imperdonable de que nuestra misión aquí, en este lugar de vida, en que debíamos madurar y evolucionar hacia la expansión de la conciencia, en la sabiduría y el conocimiento basados en aprendizajes más humanista y equilibrados, en convivencias cimentadas en el respeto, y, no en la agresión, hemos olvidado nuestra responsabilidad, y de paso, de nosotros mismos.
Si, en la actualidad, viajamos sobre un planeta, la Tierra, nuestra madre, plagado de basuras, que no solo pone en peligro la vida de quienes lo ocupamos, sino, que nuestro legado a las generaciones futuras, solo será el de la desolación y la aniquilación.
¿Otro mundo es posible? ¿Qué preguntas nos debemos hacer a diario para poder mejorar, al menos, en la tarea de conciencia que se nos ha encomendado, para salvar nuestro amado Planeta?