LA HERIDA
En el nombre de Dios. El Clemente. El Misericordioso.
El maestro interno nos orienta y conduce constantemente, es la voz profunda y bellísima de nuestro espíritu, la que reclama atención. Es la que crea ese malestar que algunas veces nos embarga y al que no somos capaces de poner nombre. Es aquello que surge cuando con el paso del tiempo nos damos cuenta que no sabemos como se han producido todas esas heridas que nos han y nos hemos causado, y, es, en ese segundo infinito, cuando hemos de recurrir a nuestro estado interior para poder vislumbrar a través de un resquicio, que continuamente permanece abierto, la respuesta a nuestro desasosiego, y, es, cuando deberíamos caer en la cuenta que, lo que buscamos, se encuentra ahí, en esa herida, en nosotros mismos, ya que la respuesta sanadora, está en la herida misma.
Laarbi.